( MARTES II Semana Adviento B )
Oh pobre Sulamita; ¡No tengas miedo! Sí, nada temas, pues Él te quiere, quiere tu felicidad y que
vivas con él alegre para siempre. Desea consolarte, con su vida, con su ternura, con su piedad, con
su misericordia, con su espíritu, con su perdón, con su Amor.
vivas con él alegre para siempre. Desea consolarte, con su vida, con su ternura, con su piedad, con
su misericordia, con su espíritu, con su perdón, con su Amor.
Te sientes desolada y triste, zarandeada e insegura por tantas y tan dolorosas pruebas?
¡No te refugies en tu tristeza y en tu desolación!, ¡no te mires a ti misma!, ¡ni te desalientes!, ¡no
te resignes!.
te resignes!.
Reanima en ti el fuego de la esperanza!, porque Él se acerca a ti, ¿no lo ves?, .. Él viene y te trae
un bálsamo para tus heridas!, ¡se olvida de todos tus pecados! y te mira con ternura. ¡Confía en Él!, ¡nada temas!, porque
un bálsamo para tus heridas!, ¡se olvida de todos tus pecados! y te mira con ternura. ¡Confía en Él!, ¡nada temas!, porque
sólo Él te curará, te levantará, te rescatará de ese drama que tienes existencial y espiritual!
Escucha lo que dice el Papa Francisco:
No podemos ser mensajeros de la consolación de Dios, si nosotros mismos no experimentamos la
alegría de ser consolados y amados por Él.
alegría de ser consolados y amados por Él.
Esto sucede especialmente cuando escuchamos su palabra, cuando permanecemos en la oración
silenciosa en su presencia, o cuando nos encontramos con Él en la Eucaristía o en el Sacramento
del Perdón.
silenciosa en su presencia, o cuando nos encontramos con Él en la Eucaristía o en el Sacramento
del Perdón.
Que la invitación de Isaías, -"Consolad, consolad a mi pueblo"- resuene en nuestro corazón en este
Adviento.
Adviento.
Hoy necesitamos personas que sean testigos de la misericordia y de la ternura del Señor, que sacu_
de los resignados, reanima los desalentados, enciende el fuego de la esperanza.
Muchas situaciones requieren nuestro testimonio consolador.
Pienso en aquellos que están oprimidos por el sufrimiento, la injusticia y el abuso de poder, a los
que son esclavos del dinero, del poder, del éxito, de la mundanidad.
Todos estamos llamados a consolar a nuestros hermanos, testimoniando que sólo Dios puede
eliminar las causas de los dramas existenciales y espirituales.
Dios ofrece un bálsamo sobre nuestras heridas, olvida nuestros pecados y nos consuela.
Si nos confiamos a Él con corazón humilde y arrepentido. Él derribará los muros del mal, llenará
los vacíos de nuestras omisiones, allanará los golpes del orgullo y de la vanidad, y abrirá el camino
del encuentro con Él.
Es curioso pero tantas veces tenemos miedo de la consolación, de ser consolados, es más nos
sentimos más seguros en la tristeza y en la desolación. ¿ Y porqué nos pasa esto ?.. porque en la
tristeza nos sentimos protagonistas, en cambio en la consolación es el Espíritu Santo el protagonista,
¡es él que nos consuela !, ¡ es él que nos da coraje de salir de nosotros mismos !¡ es él que nos
lleva a la fuente de toda verdadera consolación !. Es decir, el Padre, y esto es la conversión !
de los resignados, reanima los desalentados, enciende el fuego de la esperanza.
Muchas situaciones requieren nuestro testimonio consolador.
Pienso en aquellos que están oprimidos por el sufrimiento, la injusticia y el abuso de poder, a los
que son esclavos del dinero, del poder, del éxito, de la mundanidad.
Todos estamos llamados a consolar a nuestros hermanos, testimoniando que sólo Dios puede
eliminar las causas de los dramas existenciales y espirituales.
Dios ofrece un bálsamo sobre nuestras heridas, olvida nuestros pecados y nos consuela.
Si nos confiamos a Él con corazón humilde y arrepentido. Él derribará los muros del mal, llenará
los vacíos de nuestras omisiones, allanará los golpes del orgullo y de la vanidad, y abrirá el camino
del encuentro con Él.
Es curioso pero tantas veces tenemos miedo de la consolación, de ser consolados, es más nos
sentimos más seguros en la tristeza y en la desolación. ¿ Y porqué nos pasa esto ?.. porque en la
tristeza nos sentimos protagonistas, en cambio en la consolación es el Espíritu Santo el protagonista,
¡es él que nos consuela !, ¡ es él que nos da coraje de salir de nosotros mismos !¡ es él que nos
lleva a la fuente de toda verdadera consolación !. Es decir, el Padre, y esto es la conversión !
Por favor, ¡ déjate consolar por el Señor !, ¡déjense consolar por el Señor !
JGB
Fuente FRANCISCO I ( 7/12/14 )