UN AMOR MISERICORDIOSO
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Ciertamente, el amor lo transfigura todo ¿ pero quién tiene un amor transfigurado ? :
¡ Quien tiene un amor MISERICORDIOSO !
( LUNES II Semana CUARESMA )
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Y para dejar espacio a la misericordia debemos comenzar por hacernos esta pregunta:
"¿ QUIÉN SOY YO ... PARA JUZGAR a los demás ?"
Y sobre todo, para ser hombres y mujeres misericordiosos, es necesario, ante todo,
¡ RECONOCERSE PECADORES ! y, luego, ampliar el corazón hasta olvidar las ofensas recibidas.
Pero estamos tan acostumbrados a vivir juzgando a los demás, que NO nos resulta PARA
NADA FÁCIL, comprender esta actitud de la misericordia.
Es verdad que en nuestras vidas le damos muy poco de espacio a LA COMPRENSIÓN ...
y también a la misericordia.
La verdad es que no vemos, ni valoramos ... que para ser misericordiosos
lo primero que necesitamos es CONOCERNOS A NOSOTROS MISMOS.
Hoy en la primera lectura en el momento de la oración del pueblo ...
( este ) confiesa ser pecador ante Dios
y dice:
«Nosotros hicimos esto, ... pero tú eres justo.
A ti conviene la justicia, ... a nosotros la vergüenza
Señor, nos abruma la vergüenza ... porque hemos pecado contra ti.
No te obedecimos, no te hicimos caso ...
Pero, aunque nosotros ... contra ti nos rebelamos, ...
¡ tú eres compasivo ... y nos perdonas !
Es decir, la justicia de Dios ante el pueblo arrepentido ...
¡ se transforma en misericordia y perdón !
Y hoy nos interpela también a nosotros, invitándonos a dejar un poco de espacio
precisamente ... a esta actitud.
* Por lo tanto, el primer paso para llegar a ser misericordioso es reconocer que hemos
hecho muchas cosas no buenas ... ¡ y que somos pecadores !
Es necesario saber decir:
«Señor, me avergüenzo de esto que hice en mi vida».
Porque, incluso si ninguno de nosotros mató a nadie, hemos cometido, de todos modos,
muchos pecados cotidianos.
Y sin embargo, aunque nos sería muy sencillo decir esto ante el Señor, resulta que nos resulta
« muy difícil ». Y la verdad es que nos cuesta muchísimo decirle:
« Señor, ... soy pecador ... y mi avergüenzo ante Ti ... de esto que hice en mi vida ...
y te pido perdón ».
Y por el contrario, lo que nosotros tendemos, es a justificarnos, diciendo :
" Yo no pequé " , " Yo no tengo culpa ... fue el otro ( esta otra persona ) quien me hizo ir
por este camino "
Y no nos damos cuenta que es muy importante para nosotros reconocer el hecho de haber pecado
y de que estamos muy necesitados del perdón de Dios.
Así pues, para ser misericordiosos no debemos encontrar excusas y seguir descargando la culpa
sobre los demás.
Y si empezamos a obrar así (si empezamos a hacer esto) y a tener esta actitud interior,
pensando ... « ciertamente, tal vez el otro me ayudo a pecar y me facilitó el camino para hacerlo ...
pero al final aquello tan feo, ¡ lo hice yo !».
Si empezamos a obrar así.... ¡ cuántas cosas buenas vendrán después !
Porque así ... ¡ seremos hombres !
Además, con esta actitud de arrepentimiento somos más capaces de ser misericordiosos,
porque sentimos EN NOSOTROS la misericordia de Dios.
Tan es así que en el Padrenuestro no rezamos sólo:
«perdona nuestros pecados», sino que decimos «perdona como nosotros perdonamos».
En efecto, si yo no perdono estoy un poco fuera de juego.
* Y la segunda actitud para ser misericordiosos, «es ampliar el corazón».
Precisamente la vergüenza, el arrepentimiento, amplía el corazón pequeñito, egoísta,
porque deja espacio a Dios misericordioso para perdonarnos.
¿ Pero cómo ampliar el corazón ?
Ante todo, al reconocerse pecadores, no se mira a lo que hicieron los demás.
Y la pregunta de fondo es esta:
¿ Quién soy yo para juzgar esto ?, ¿ Quién soy yo para criticar sobre esto ?
¿ Quién soy yo, que hice las mismas cosas o peores ?.
Por lo demás, el Señor lo dice en el Evangelio:
"No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados;
perdonad y seréis perdonados.
Dad y se os dará, una medida generosa, colmada, remecida, rebosante,
pues con la medida con que mediréis, se os medirá a vosotros".
Esta es la «generosidad del corazón» que el Señor nos presenta hoy...
y que nos lleva a tener un corazón lleno de misericordia
Porque si tienes un corazón amplio, grande, ... puedes recibir más.
Y un corazón grande no se enreda en la vida de los demás, no condena,...
sino que perdona y olvida, precisamente como Dios ha olvidado y perdonado mis pecados.
Para ser misericordiosos es necesario, por lo tanto, invocar al Señor ( porque es una gracia )
y tener estas dos actitudes:
- reconocer los propios pecados ... avergonzándose.
- y olvidar los pecados y las ofensas de los demás.
He aquí que así el hombre y la mujer misericordiosos, tienen un corazón amplio:
siempre disculpan a los demás y piensan en los propios pecados.
Y si alguien les dice « ¿ has visto lo que hizo aquel ? », tienen la misericordia de responder:
« ¡ pero yo ya tengo bastante con lo que hice ! ».
Es este el camino de la misericordia que debemos pedir.
Si todos nosotros, los pueblos, las personas, las familias, los barrios, tuviésemos esta actitud ...
¡ Cuánta paz habría en el mundo ! ¡ Cuánta paz en nuestros corazones !
¡ Porque la misericordia ... nos conduce a la paz !
FRANCISCO I. ( 17 / 3 / 14 )