SER TU PROPIO AMIGO
Para convivir bien contigo mismo, tiene que gustarte ser quien eres. Evidentemente, esta nueva amistad que brota internamente depende de la sinceridad de tus esfuerzos por dejar atrás lo inútil y lo perjudicial.
Para muchos, a menudo la vida consiste en una serie de actividades aleatorias, sin meta y sin destino. El futuro se sacrifica en aras del placer del presente. Y el presente no dura lo suficiente para poder llenarnos o satisfacernos.
Amigos, contactos, fiestas y frivolidades desfilan con gran pompa por la tela de las mentes de tales personas. Las palabras son confusas y las acciones, todavía más. La felicidad es escurridiza, siempre es una casi experiencia. Surgen pensamientos como:
Casi fui feliz.
Casi conseguí integrarme.
Casi llegó mi hora.
Casi conseguí integrarme.
Casi llegó mi hora.
Esto sucede cuando ignoramos que la base del bienestar es estar bien con uno mismo. No necesitamos estar atrapados en una búsqueda de sensaciones y experiencias que vengan del exterior.
Es frecuente pensar que el menos responsable de nuestra condición interna somos nosotros mismos. Pensaremos que es la sociedad, el gobierno, nuestra familia, pero no nosotros mismos.
Un gran paso en la vida, sin duda, es asumir la responsabilidad de nuestros propios pensamientos, palabras y acciones y sus consecuencias.
Y si quieres mejorar tu vida, debes correr tu propia carrera. No importa lo que la gente pueda decir de ti. Lo importante es lo que te digas a ti mismo. No te preocupes de las opiniones ajenas siempre y cuando sepas que estás haciendo lo correcto. Puedes hacer lo que gustes mientras a tu conciencia y a tu corazón les parezca justo. No te avergüences de hacer lo que consideras correcto; decide lo que está bien y aférrate a ello. No caigas en el hábito de medir tu propia valía en función de la valía de los demás.
"Cada segundo que inviertas en los sueños de otro, te estás apartando de los tuyos."
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