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sábado, 3 de noviembre de 2012

La Felicidad, mito o realidad.

La felicidad, mito o realidad

"Conviértete en actor, director y productor de tu vida y con ello estarás más cerca de encontrar la felicidad".

Quería hablaros de la felicidad pero en realidad sólo puedo decir que la encuentra quien busca en su interior porque la vida demasiadas veces se presenta ingrata ante nosotros. El entorno se torna hostil y esa hostilidad daña nuestra capacidad de razonamiento. Nos dejamos llevar por las emociones, no siempre buenas amigas, que tiñen de odio nuestras relaciones. ¿Porqué el ser humano es tan adicto a la infelicidad con lo fácil que sería jugar a ser feliz?. Continuamente intentamos pensar en positivo, gozar de nuestra existencia pero algún pequeño imprevisto nos entorpece el entendimiento.

La vida sin las relaciones no tendría demasiado sentido; nos necesitamos los unos a los otros pero a la vez parece que queremos hacernos daño. Nuestra negatividad traspasa cualquier señal de
esperanza y para cuando nos damos cuenta ya es demasiado tarde para tirar atrás y enmendar lo acontecido. Vivir ya es difícil de por sí pero nosotros con nuestras limitaciones mentales la llenamos de dificultad. Y repito, ¿tan difícil es ser feliz?

Soñamos con imposibles que jamás llegan a hacerse realidad porque siempre esperamos demasiado de la vida. Vivimos en un mundo de continua necesidad, dependiendo por completo del entorno para conseguir la tan anhelada felicidad, cuando si nos paráramos a pensar descubriríamos que no necesitamos nada más que nuestro propio equilibrio con nosotros mismos para ser felices. Nadie puede dañarnos si nosotros no se lo permitimos, ninguna situación por difícil que sea tendría que enturbiar nuestro juicio positivo, porque cada uno de nosotros posee la capacidad de elección y el ser humano inteligente elige vivir felizmente. Incluso el pobre viviendo en la misma miseria puede creerse el rey porque ha escogido la felicidad como manera de vivir. Todo depende de la forma en que vivas en tu interior tu propia existencia.
 
Marisa Laín Zaragoza
 

La leyenda de los tres hombres. Cuento

 
Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.
Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo:
- Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas ...
desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.
En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar era muy poco.
Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos, el respondió:
- En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo
atrás, contiene todos mis errores. Los llevo consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos.
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó:
- El saco que llevo al frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco; lejos de ser una carga, me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el trayecto.