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domingo, 24 de junio de 2012

El Toque del Maestro. Cuento



EL TOQUE DEL MAESTRO
Se estaba realizando una pequeña subasta popular en la que figuraban una gran cantidad de objetos. Entre ellos se encontraba un viejo violín, el que presidía la subasta apenas pensaba que valiese la pena ofrecerlo, pero, de todos modos, lo levantó, y sacudiendo el polvo que tenía encima, anunció con una sonrisa:
 Aquí tienen, señores su oportunidad, ¿quién comienza la puja?, ¿cuánto me ofrecen por el violín?.
Una voz respondió: "Un dólar".
¿Solamente un dólar?, ¿nadie ofrece más?, ¿quién me ofrece dos?.
Fue tras una pausa que alguien ofreció dos dólares; y finalmente un tercero ofreció tres, pero era evidente que no había más interés.
Estaba a punto de finalizarse la subasta del viejo violín, el martillo estaba a punto de dar un golpe sentenciando su venta por tres dólares, cuando de repente, un anciano, pidió permiso para tocar el instrumento; ante las risas de algunos, sorprendidos de que alguien pudiera pretender tocar alguna melodía con aquel golpeado y ajado instrumento...
La gente miraba escéptica mientras el viejo ajustaba las cuerdas y colocaba el violín en la posición correcta para tocarlo.
Después, tomando el arco, el viejo violinista comenzó a tocar la más maravillosa melodía que jamás ninguno de los asistentes hubiera escuchado.
Con singular maestría continuó tocando mientras su audiencia contenía el aliento, fascinada y extasiada.
El viejo violinista finalizó su extraordinaria interpretación. Entonces, en medio del silencio y expectación de todos, el presidente de la subasta, con voz suave y casi reverente, volvió a hablar:
Señores, ¿qué me dicen ahora?, ¿qué me ofrecen ahora por el viejo violín?...
Para espanto de unos y admiración de otros, resonó una voz que dijo:
"¡Mil dólares!", otro postor ofreció dos mil, un tercero tres mil, y en ese precio fue finalmente subastado.
Entre muchas voces, una preguntaba impresionada por lo que acababa de suceder:
¿Cómo es posible que este instrumento cambiara de valor tan extraordinariamente en tan poco tiempo?...
Alguien que se encontraba a su lado le respondió muy acertadamente:
"FUE EL TOQUE DE LA MANO DEL MAESTRO...."
Anónimo.

Este sencillo cuento contiene una sencilla Moraleja:
La de que muchas veces no valoramos en su justa medida, a las personas con las que nos encontramos en la vida y basta con que otras personas perciban o conozcan sus cualidades, para que nos demos cuenta de que en realidad son mucho más valiosas de lo que en un principio pensábamos.
Ocurre tambien con nosotros mismos, que a veces no nos apreciamos lo suficiente, no creemos en nuestras propias capacidades, no nos sentimos lo suficientemente fuertes cómo para soportar determinadas experiencias y vivencias, en definitiva, no tenemos fe en nosotros mismos, no nos queremos lo suficiente y entonces "tiramos la toalla" nos rendimos y de esta forma no alcanzamos nuestros sueños, ni superamos las dificultades y nos hundimos en la desolación y la infelicidad; cuando nos lo podiamos haber ahorrado, porque sencillamente estábamos equivocados.
Pero a veces ocurre que encontramos en la vida a personas que creen en nosotros, que nos descubren nuestro potencial escondido, que nos apoyan objetivamente y acaban haciéndonos descubrir a nosotros mismos, ayudándonos a desarrollar nuestras capacidades y nuestro potencial real, que estaba ahí, oculto, tan solo a la espera de que lo descubriéramos. Esos seres tan positivos son los llamados MAESTROS, que son personas reales, que no son dioses, ni héroes, que son solo personas normales positivas, optimistas, que logran potenciar las capacidades de los demás, ayudándoles a encontrar su propia luz interior.
*Los Maestros no son gurús, ni gente inalcanzable, están en todas partes, en donde menos te lo esperas; a veces pasan por tu vida para darte solo una palabra, otras veces se quedan para regalarte experiencias gratificantes, no tienes que buscarlos, aparecen cuando estás preparado, no son super humanos, ni super iluminados, son solo seres que recuerdan algo de tí, que tú has olvidado.
A veces basta ese pequeño toque, ese impulso, esa palabra o experiencia, para que saques lo mejor que llevas dentro.
Quizás te sientas solo y pequeño, pero con el breve toque de la mano de un maestro, puedes despertar en tí las melodías escondidas que siempre han estado en tu alma.
 Bendito seas si has encontrado al Maestro que te recuerda quién eres y no el que te dice qué debes ser. Bendito seas si has encontrado a ese otro ser humano, que saca a la luz lo mejor de tí, tus reales, verdaderas y auténticas capacidades.

*Desde este signo todo este texto ha sido copiado con algunas pequeñas variaciones. Autor:El dueño de la página web, El Rincón de los Duendes.

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